En los vértices del tiempo, 
donde muere la razón,
deberíamos amarnos, pero no.

Preferimos pelearnos 
por no mezclar los colores,
clases, credos, pensamientos, religiones.

Qué me importa, a quién le rezas
o qué santos te bendicen,
yo tan sólo veo las flores,
no el color de sus raíces.

Hoy el cielo, en mi lucha 
es quitarme para siempre
esas gafas que se usan
para convertir en gente
a cada persona que ves. 

Si decido llamar ''raro'' al diferente
es porque no me quiero ver.

No haré caso al pensamiento, 
me limitaré a escuchar
todos sus sucios intentos de juzgarte.

Todas sus quejas e insultos, 
las convertiré en indultos,
simplemente porque no son realidad.

Qué me importa a quién le rezas
o qué santos te bendicen,
yo tan sólo veo las flores,
no el color de sus raíces.

Hoy el cielo, en mi lucha 
es quitarme para siempre
esas gafas que se usan 
para convertir en gente 
a cada persona que ves.

Si decido llamar ''raro'' al diferente
es porque no me quiero ver.

Mi enemigo, sólo y simplemente es
él que no me deja ni reconocer
que tras la cortina de humo vi consumo sideral.
No se puede ver en plano cenital.

Qué me importa a quién le rezas
o qué santos te bendicen,
yo tan sólo veo las flores
no el color de sus raíces, no.

Hoy el cielo, en mi lucha 
es quitarme para siempre
esas gafas que se usan 
para convertir en gente 
a cada persona que ves.

Si decido llamar ''raro'' al diferente
es porque no me quiero ver.