Lo conocimos las dos en la misma fiesta. Sólo bailaban parejas alrededor. Al clavarnos sus ojos nos dió por hacer apuestas, ¿Quién ganaría primero su corazón? Dos amigas, tú y yo. Enemigas, por amor. Él se dejaba querer desde la distancia, para sembrar en nosotras la confusión. Parecía pasárselo bien dándose importancia y desplegando sus artes de seductor. Antes del amanecer nos miró de nuevo, y de repente después desapareció. A menudo pensamos que fue solamente un sueño, que terminó nada más al salir el sol.