Alegre siempre cantaba el gorrión en su rama esperando a su princesa. Ella una linda canaria, tan bonita que ni el viento se atrevía a cortejarla. Con el cante, sus "te quieros", sus piropos y sus versos como poeta cantaba regalando poesías que al salir las golondrinas no sabéis como envidiaba. Y ella se hacía la celosa y el gorrioncillo volaba por una rosa. Una historia de amor que se vivió con un sueño. Y volaban libres dibujando un cielo de besos. Fueron tantas las caricias que quedaron olvidadas, y el recuerdo de un adios en su mirada. Y es aquel gorrión que se siente aquí en mi alma.