La vida lo enredó en su miel y en su cruel matorral. No tiene ideas ni placer, no hay flores para armar. Le teme, y sin razón de ser, al miedo de llegar. Ya no cosecha amor y hoy su campo es de metal. Los recuerdos de su mente son escombros y debe entender cómo unir de nuevo otra vez lo que no quiso romper. Y los cuentos de su historia son enjambres y debe entender cómo hacer de nuevo, esta vez, para no perder su fe. La vida le enseñó una vez doblarse y no quebrar. No tiene excusas por vender, no hay flores que curar. Le teme y no lo quiere ver, al miedo de olvidar. Ya no le cabe el rol y hoy su culpa es esperar.