Los amantes
debutantes
empezaron a bailar ayer.
Van girando,
preludiando
la sinfonía del hombre y la mujer.

Con sus rizos
primerizos
la ternura les tejió una red
y un soneto
que en secreto
les lee Bécquer para abrevar su sed.

Y nada vale nada a su alrededor
creen que inventaron el amor.
Guardan la llave del misterio
a medias con el adulterio.

Tierno alarde
que en la tarde
cobija el parque o la catedral.
Primaveras
callejeras
que anidan cuando anochece en un portal.

Despedidas
a escondidas.
El primer beso, el primer adiós.
Y vuelta a casa,
donde pasan
las horas lánguidamente en un rincón.

Susurran aquel nombre como una oración
y se acurrucan en su habitación,
para vestir el dulce anzuelo
con un manto de terciopelo.

A mi juicio
falta "oficio"
y es por eso que, sin más ni más,
se marchitan
y a una cita
uno de los debutantes no vendrá.

Desconsuelo
que el pañuelo
de alguien que llega consolará.
Y la noria
de la historia
sigue, del fondo del pozo hasta el brocal.

Buscando terciopelo en la mirada
y abrazarse contra la almohada,
con un amor de contrabando
pasas la vida debutando