La cosa está en hallarlo a usted el día menos pensado, en cualquier sitio, casualmente, donde usted y yo podamos ver a cuatro manos los alrededores. La cosa está en lo improbable, en lo difícil, en lo imposible. La cosa ésta allí mismo, donde no debiera estar: un paso más allá que el largo de las manos. La cosa está en que un día haya tiempo para todo: para hablarnos sin apuros, para compartir rocíos, para ser fin de semana como si vivir fuera tiempo libre, espacio para estar. La cosa está en las cosas que yo sé y que usted no sabe, y en las cosas que usted sabe, y yo no sé todavía, y en los sueños que nos faltan para realizar nuestros sueños, que son sueños de canción. La cosa ésta en no enloquecer, en no aceptar, en preguntar para qué sirven todos los juguetes que nos han dado guerra desarmándolos y armándolos. La cosa está en que no queda remedio inteligente que no sea usar las piezas que hay en los rompe-caminos, e ir tirando por ahora, aunque más allá persistamos en crear nuestra canción con las piezas que queramos construir, que serán igual.