Sus padres y hasta sus abuelos
fueron vampiros de prosapia
y tras su leve mordedura
sangre libaban a su anchas,

pero éste en cambio era un vampiro
que apenas si sorbía agua
al mediodía y en la cena
de noche y en las madrugadas.

Abstemio de sangre
era la vergüenza
de los otros vampiros
y de las vampiresas.

Este vampiro tan distinto
osó crear una variante
proselitista de vampiros
anónimos y militantes

bajo la luna hizo campaña
con sus consignas implacables
"Vampiros sólo beban agua,
la sangre siempre trae sangre..."

Pero temieron sus colegas
que esa doctrina peligrosa
tentase a los vampiros flojos
que beben sangre con gaseosa.

Y así una noche de tormenta
cinco quirópteros de lidia
le propinaron al indócil
sus dentelladas de justicia.

El desafío del rebelde
quedó allá abajo en cuerpo y alma
con cinco heridas que gemían
formando un gran charco de agua.

Lo extraño fue que los verdugos
colgados de una vieja rama
a su pesar reconocieron
el buen sabor del agua mansa.

Desde esa noche ni vampiros
ni vampiresas chupan sangre
los hematíes son historia
y el agua corre Dios mediante.

Y como siempre ocurre en estos
y en otros casos similares
el singular vampiro abstemio
es venerado como un mártir.